lunes, 9 de agosto de 2021

UNA PEQUEÑA HISTORIA DEL JAZZ (IX)






CAPITULO 8.
1980: NEOTRADICIONALISMO Y LAS NUEVAS MÚSICAS.


El jazz ha representado siempre para los negros americanos la alternativa popular a la música clásica, pero desde la popularización masiva del rock y la aparición de las distintas fusiones que tuvieron lugar en los 70, así también como por el camino que tomó el free, el jazz fue alejándose cada vez más de sus orígenes, lo que lo llevó a entrar en una pronunciada crisis de identidad.

Es en este escenario que, con la llegada de la década de los 80, surge un movimiento neo-tradicionalista que cambiará el orden de las cosas: en lugar de abanderar una nueva revolución, en el sentido en que lo hicieron los boppers o el free, reivindicaron una vuelta a los orígenes trasladando los términos del debate desde la dicotomía "free jazz/jazz fusión" al debate entre los defensores de la pureza del estilo (neo-tradicionalismo) y los partidarios de su evolución. Así, los elementos distintivos del Bebop, del Swing e incluso del jazz de Nueva Orleans, comenzaron a ser usados de nuevo entre los músicos, quienes de esta forma promovieron una nueva popularidad para el jazz.

El movimiento neo-tradicionalista de los 80, también conocido como "neo bop", tomó sus primeros impulsos en los combos del saxofonista Dexter Gordon y en el grupo VSOP, fugaz reunión de los músicos del antiguo quinteto de Davis que a finales de los 70 retomaron la senda mainstream del post bop. Este revival del bop también influyó a músicos como Kenny Barron, Brad Mehldau, Joshua Redman o Steve Turre.

En otros casos, el neo-tradicionalismo tomó sus raíces más allá del bop, en el mismo Swing, como ocurre con músicos como Warren Vaché o Scott Hamilton, músico este último que se inició en la Big Band de Benny Goodman y que en los últimos años lo podemos ver desplegando su saxo recio y redondo con influencias de Hawkins y Webster junto al quinteto de Joan Chamorro y Andrea Motis o acompañando a la barcelonesa Sant Andreu Jazz Band.

Pero el principal abanderado del neo-tradicionalismo es, sin duda alguna, el trompetista de Nueva Orleans Wynton Marsalis, considerado como el músico de jazz de mayor impacto mediático de los últimos 30 años y uno de los más grandes trompetistas de la historia del jazz.

Desde sus inicios, Marsalis no sólo apostó por un jazz acústico y pegado a la tradición que preservara la identidad del jazz de los afroamericanos sino que incluso ejerce una labor crítica muy combativa contra prácticamente todo el jazz de vanguardia realizado desde mediados de los 60. Marsalis encabeza el llamado movimiento de los Young Lions (jóvenes músicos que actualizaron la tradición hard bop) y realiza un gran trabajo de revisión de la historia del jazz clásico al frente de la Jazz at Lincoln Center Orchestra, donde desarrolla además una enorme labor de divulgación de la cultura del jazz y de formación de jóvenes talentos. También junto a su familia (sus hermanos Branford, Delfeayo y Jason y su padre Ellis, todos ellos destacados músicos de jazz) ha contribuido a la revitalización del jazz de Nueva Orleans.

A mediados de los 80 surgió en Brooklyn, Nueva York, un colectivo de jóvenes músicos afroamericanos que se presentaron con un sonido y unas ideas nuevas sobre la expresión creativa. A estas ideas las llamaron "M-Base concept" (Macro Basic Array of Structured Extemporization) y fue así como los críticos finalmente denominaron al movimiento y a la escena de jazz que representaron. Sin embargo, Steve Coleman, su principal impulsor, insistía en que M-Base no era un estilo sino una forma de pensar respecto a la creatividad musical.

En líneas generales, esta propuesta buscaba aproximar su música, muy influenciada por Ornette Coleman, a los movimientos musicales contemporáneos, entre ellos el funk y el hip-hop y a la música étnica africana, intentando recuperar los principios rítmicos de la Great Black Music. Para ello se basaron en la superposición de estructuras rítmicas de distinta métrica sobre las que cada instrumentista iba improvisando.

Entre los músicos que formaron parte del movimiento estaban, entre otros, Steve Coleman y su grupo Five Elements, Greg Osby, Graham Haynes y Cassandra Wilson.

De forma paralela al movimiento M-Base, en los night-clubs de Inglaterra una serie de DJs lideraron una revisión del funk jazz que vino a llamarse Acid Jazz y que suponía una mezcla de fusión con latin-jazz, música de baile acid-house, blues, psicodelia, R&B y hip-hop. A finales de la década, el término Acid Jazz pasó a ser el nombre de un sello discográfico creado para dar salida a grupos e intérpretes que frecuentaban este estilo. Entre sus primeros representantes están Charlie Hunter o el trio Medeski, Martin & Wood, pero no tardaron en surgir derivaciones más enfocadas a las pistas de baile como el James Taylor Quartet o Jamiroquai. Otras bandas importantes fueron Mondo Grosso, United Future Organization, The Jazz Warriors y Count Basic.

Este estilo derivó en los 90 en lo que se conoce como Nu Jazz o "jazztronica".

Los años 80 también nos depararon el despegue definitivo del New Age Jazz, un estilo que ya apuntaron a mediados de la década anterior músicos como Mark Isham o William Ackerman. Precisamente fue Ackerman quien acuñó este término para definir un estilo de música instrumental de corte atmosférico y cuyo origen se podía rastrear en las fronteras del jazz con la música clásica, el folk e incluso con la psicodelia, la electrónica y las filosofías orientales.

El New Age Jazz estaba principalmente dirigido a un público acomodado y urbano y era una música genuinamente blanca cuyo centro neurálgico se situaba en la Costa Oeste de EEUU. Algunos de sus principales representantes fueron George Winston, Michael Hedges, Glen Vélez y el grupo Shadowfax, liderado por el saxofonista e intérprete de lyricon Chuck Greenberg.





















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