lunes, 29 de octubre de 2012

LETRAS PRESTADAS (III)


 
Anoche fue una noche memorable

por Paulino García-Donas
Julio 2012
 
Anoche fue una noche memorable, por los siglos de los siglos.
Combinación elevada de Música y Alma.
Nos vinimos de la playa sobre las 7, porque habíamos comprado entradas para un concierto a las 10 de Mario Díaz!, en Alcalá!, y en el hotel Oromana!.
Se enteró mi Pau, yo no me lo creía, ni por el sitio, inusual, ni por el precio, ridículo, pero vi a los 2 días en la calle 2 carteles y arranqué uno. Y esa noche subí con Inma al hotel por nuestras entradas. Pau la compraba con sus amigos, y Angie que no sabía si iría, al final no fue, pero lo oyó en la lejanía, porque desde casa se ve el hotel - estamos justo a la misma altura- y se produce ese curioso efecto acústico.
Mientras me duchaba lo oía ensayar.
Buen presagio...

Noche perfecta.
Teloneros simpáticos.
No éramos más de 150 almas, un poco desperdigados, en la grandísima terraza, rodeada de pinar y de horizonte bellísimo.
...y llegó Mario, descalzo.
Nos convocó a acercarnos, y formamos un semicírculo que lo abrazaba.
No había prácticamente escenario; una tarimita de la altura de un tacón bajo, con una alfombrita.
Dijo que era un acústico, que él lo prefiere a los conciertos, y presentó al guitarrista que lo acompañaba.
Desde que entonó la primera palabra de la primera canción, se produjo el milagro; se rasgaron las vestiduras de los corazones particulares de los presentes, y se formó uno grande y luminoso en perfecta vibración de amor sobrecogido. Aunque algunos no eran muy conscientes.
Una chica, al comenzar la segunda, se acercó discretamente por la izquierda, y colocó un Sándalo exquisito, vertical, al pié de la tarimita, a la derecha de ese ser...
La seguí con la mirada, hasta que desapareció por mi espalda, mandándole mi apoyo y agradecimiento...
Bueno, pues eso.
Ya he dicho casi todo lo importante, y lo que falta no se puede expresar fácilmente. Habría que hacer poesía y no un relato.
Solo esto.
Yo, que soy tímido por lo normal, no tengo problema en los conciertos. Desde que oí la primera me propuse que Mario y el otro se sintieran como en casa.
Al fin y al cabo, aquella era mi casa.
Para eso tengo buena psicología. Y cada vez que se apagaban los aplausos, detrás de cada canción, en un pequeño vacío que se produce, les decía algo cálido. Lo primero, no lo recuerdo. Lo segundo "Caña de lomo, Mario" -se sonrió tela-, lo tercero "OOO  LÉ"... "Artistazo", "Tas superao, niño", y así.
Respondían con maravillosas sonrisas cómplices, y se miraban abriendo los ojos, de haberlo tocao tan bonito y especial.
 Gracioso fue que al guitarrista, esplendido, enorme, del que me ocupé tanto como de Mario, le decía, siempre en ese vacío
- "Qué bonito, Josemari"...
- "Josemari, tómate argo"...
- "Qué fino, Josemari" …
Y a la tercera vez de "Josemari" - fue lo que oí inicialmente -, dice Mario, - "Bueno tengo que decir que este hombre se llama José Marín,.. pero vamo,.. desde hoy Josemari pa los amigos".
Parece una tontería, pero los vimos crecerse. Mario bajó varias veces de la tarimita, hasta le puso el micro a mi Pau en los coros.. -se las sabe-.
En una tiró pabajo de Josemari, desenchufaron las guitarras, sonando a pelo sin amplificar.. tos callaos y petrificaos  con toques a dúo espeluznantes. Una eléctrica y una española.
Se sentían tan en familia, tan tan a gusto, tan agustito, que hicieron siete bises, por lo menos y se fueron con pena, como diciendo con la mirada
-Lo siento pero son las 2,40 y nos vamos o nos echan.
 Al final, les dí un fuerte apretón, yéndome, no pude un abrazo porque estaban rodeados, y varios desconocidos se despidieron de mí con un
- "Adios Josemari".
Angeles, que me conocía mejor que yo, disfrutaba y disfruta con estas cosas. A ellas debía referirse cuando me decía "te veo".  
 
 
 
 

jueves, 4 de octubre de 2012

UN PEQUEÑO RECUERDO





Los hechos recientes me han traído a la memoria otros años, no tan lejanos, en que también las calles, las universidades e institutos, las fábricas, todo respiraba ansia de libertad, una enorme ola de esperanza y deseo. Fueron aquellos unos años intensos, donde había que conquistar cada paso que se daba.
 
Recuerdo con cariño -y emoción- aquellas tardes interminables de charlas, de complicidad, de propuestas, en las que siempre acabábamos cantando juntos alrededor de un tocadiscos canciones incendiarias que hablaban del sueño que teníamos por cumplir. Recuerdo también aquellos festivales a los que íbamos a escuchar cantar, y a cantar con ellos, a Hilario, a Elisa, a Marina, al Cabrero y a tantos otros, banderas y emociones a flor de piel.
 
El tiempo nos ha ido llevando por caminos diversos, pero estos días he vuelto a encontrar en las calles a algunos de aquellos con los que compartí esos años. Y también a sus hijos, y a los hijos de otros que ya no están y a quienes sus padres miran con recelo, incluso con envidia. 

En honor a aquellos años, a estos de ahora, a los que estaban y a los que están, porque sigue siendo necesario tomar las calles y conquistar cada paso que damos, un pequeño recuerdo...


Elisa Serna
Esta gente qué querrá