martes, 11 de octubre de 2016

NADA QUE CELEBRAR.






Este 12 de Octubre NO tenemos NADA que celebrar.

Mañana, para nuestra vergüenza, sacarán las banderitas y apelarán a la hermandad hispana aquellos que durante todo el año recelan de quien viene del otro lado del oceáno (salvo que se llame Messi y venga a defraudar a la hacienda pública).

Mañana, para nuestra vergüenza, serán muy hispánicas aquellas grandes empresas que cada día hunden sus garras en latinoamérica para continuar con el expolio iniciado en 1492.

Mañana, para nuestra vergüenza, un gobierno que abandona a su suerte a cientos de miles de personas, se pondrá el disfraz de monigote para gritar al viento que son muy españoles y mucho español. 

Mañana, para nuestra vergüenza, el dinero de la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia, la cultura, se irá por el retrete de una parada militar, cabra incluida. 

Mañana, para nuestra vergüenza, nos volveremos a levantar con la noticia de que en esta hispánica España se han disparado las detenciones e identificaciones por motivos étnicos. 

Mañana, para nuestra vergüenza, no habrá nada que celebrar cuando el hispánico Borbón y sus colegas descorchen el champán mientras nuestros hermanos latinos deambulan por las aceras en busca de comida y de respeto.









lunes, 30 de mayo de 2016

CULTURA. CERRADO POR OMISIÓN.






En muchas ocasiones he oído eso de que algo tenemos que parece que nos da vértigo cuando alcanzamos la excelencia. Y sí, en una primera y rápida vista, eso pareciera, que algo despierta en nosotros una especie de vértigo escénico. Sí, pero no… porque si acercamos el foco podemos encontrar que ni todo es tan casual ni todo tan poéticamente explicable. Y cuando hablamos de lo colectivo y de la Cultura, causa tanto sonrojo como decepción.

Estos últimos días hemos recibido las tristes noticias que nos llegaban sobre la desaparición de dos de las grandes citas musicales sevillanas, el Festival de Música de Cámara Joaquín Turina y el Terrritorios, ambos de referencia en el sector. Pero tampoco podemos olvidar otras citas importantes que se fueron cayendo recientemente del calendario sevillano, como eran Alamedeando y Zemos98. Y si remontamos la vista años atrás, podremos llorar por citas tan importantes a nivel internacional como el Festival de Cine, aquel que logró desbancar de categoría a su hermano donostiarra, o el Festival de Jazz, reconocido como uno de los más importantes del Estado. Incluso el Festival de Danza de Itálica estuvo un tiempo en el filo de la navaja. Otros, de momento, van sobreviviendo mientras miran de reojo. Igualmente, leemos atónitos las noticias que nos llegan sobre la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, como antes nos llegaron sobre las de Málaga o Córdoba, o sobre el Teatro de la Maestranza.

Hoy atravesamos una crisis importante y rápidamente se apuntan nuestros gobernantes a echar balones fuera con la excusa presupuestaria como mantra para aislarse de sus responsabilidades. Recordemos primero, porque es de justicia, que no fuimos nosotros quienes nos enriquecimos de forma vergonzante con el dinero de todos. Y una vez puesto esto sobre la mesa, recordemos también que es obligación de los gobiernos el fomentar la producción y el acceso a la cultura en tanto y en cuanto el carácter social y cohesionador de ésta.

Pero también hubo tiempos de cierta bonanza, por eso no sólo podemos achacar todo el peso a los factores económicos (recortes, menor poder adquisitivo, la asesina subida del IVA cultural, las deficientes políticas de mecenazgo…) sino que también deberemos acercar el foco a todas esas gestiones absurdas basadas más en el rédito político que en el necesario desarrollo cultural de la sociedad. En este sentido, hemos visto, siempre con tristeza, cómo se ha dejado en demasiadas ocasiones la gestión cultural en manos de intereses de partido antes que en profesionales cualificados. La cultura no se puede vender ni al peso ni al mejor postor, y a nuestros gobernantes les puede la desidia. El resultado ya lo conocemos.

Hace apenas unos días, la presidenta andaluza, Susana Díaz, cerraba con el Teatro Real un Acuerdo de colaboración. Por encima del  interés colectivo de llevar la Cultura, en este caso la música clásica y las producciones líricas, vía internet a los centros docentes andaluces, sobrevuela el interés partidista que la señora Díaz tiene ya en Madrid. De otra forma no podría entenderse que prefiera firmar este Acuerdo (del que desconocemos el coste) con el coliseo de la capital mientras está llevando a la ROSS a la desaparición por impago, por ejemplo. ¿Qué le impide hacer esa labor pedagógica y divulgativa con las orquestas y espacios escénicos andaluces? ¿Qué le  impide apostar sin trampas por estas necesarias instituciones andaluzas? Nada, desde luego, salvo su ego político. Mientras se le llena la boca hablando de los “buques insignia de la Cultura en el sur de Europa”, sus actos demuestran que, en el fondo, lo que le interesa es poco más que hacerse una foto bonita que venda bien su imagen política. Y así todo. Y todos. Tristemente.

Festivales, teatros, orquestas… espacios todos de creación que, tras alcanzar un alto nivel de excelencia y el reconocimiento internacional, se ven abandonados y abocados a la desaparición sin más explicaciones y casi por la puerta de atrás. Si no nos paramos a mirar bajo las alfombras, todo quedará en que el éxito los hizo morir de vértigo. Y seguiremos así amparando, con nuestro silencio, la deleznable parodia de nuestros gobernantes.












lunes, 2 de mayo de 2016

TEATRO DE LA MAESTRANZA. 25 AÑOS.






Hoy cumplimos 25 años ¡que no es poco!

Aquel 2 de Mayo de 1.991, el recordado y querido maestro Sutej subía al pódium para dirigir a la (por entonces aún) Orquesta Sinfónica de Sevilla en un programa compuesto por el Preludio de “El Tambor de Granaderos” de Chapí, el “Concierto para piano y orquesta nº 2” de Rachmaninov (con Rafael Orozco como solista) y la “Suite sinfónica Sheherezade” de Rimsky-Korsakov.

Mucho ha llovido desde entonces, y muchas y grandes han sido las noches que hemos disfrutado en esta casa.

En la memoria, y ya siempre en el corazón, la música en directo de Philip Glass para las proyecciones de “Powaqqatsi” de Reggio o de “La Bella y la Bestia” de Cocteau, el transgresor “Lago de los Cisnes” del Cullberg Ballet, el “Pierrot Lunaire” de Shöenberg, la “Lulú” de Berg; producciones históricas e irrepetibles como “La Boheme” y la “Tosca” de Zeffirelli, el “Don Carlo” de Visconti o “La Traviata” de Liliana Cavani; ver crear ensayo a ensayo a verdaderos monstruos como Zeffirelli, Herzog, Svoboda, Baryshnikov, del Mónaco, Bejart; una entrañable conversación con Michel Camilo después de un ensayo, esperar la hora de la función charlando y riendo (mucho) con Les Luthiers; llorar de emoción envuelto por la música de Wagner o caer rendido ante la hermosura del “Parque de María Luisa” de Riqueni.

Y, por encima de todo, resaltar lo que ha significado compartir tanto con mis compañeros durante este intenso último cuarto de siglo, con los que están desde el principio, con los que ya no están y con los que fueron llegando, junto a los que he ido creciendo tanto en lo profesional como en lo personal. Sois muy grandes y es un verdadero placer compartir con ustedes el milagro que desde hace 25 años sucede en Sevilla cada noche que se levanta el telón del Maestranza.

Celebrémoslo, pues. ¡Felicidades a todos!


Creando ambiente para la ópera "Carmen". 
Producción del Covent Garden y Teatro del Liceo.
Inauguración de la Expo-92.