lunes, 9 de agosto de 2021

UNA PEQUEÑA HISTORIA DEL JAZZ (III)





CAPÍTULO 2.
1920. EL ESTILO DE CHICAGO.


Con la entrada de Estados Unidos en la 1° Guerra Mundial, Nueva Orleans se convierte en puerto de guerra, lo que provoca el cierre, mediante decreto, del barrio de Storyville. Ya sabemos, la moralidad de las tropas y tal... La consecuencia directa de esta medida será que cientos de músicos quedaron en paro, viéndose obligados a irse de la ciudad para sobrevivir. La mayoría se fue a Chicago, lugar en el que viviría su verdadera gran época el estilo New Orleans. Allí triunfaron, entre otros, el trompetista King Oliver, el pianista Jelly Roll Morton, el trombonista Honorè Dutrey o los hermanos Johnny y Baby Dodds, clarinetista y baterista respectivamente. Pero sin duda, los que alcanzaron mayor éxito fueron el pianista Fletcher Henderson y el trompetista y cantante Louis Armstrong.

Louis Armstrong, también conocido como Satchmo, nació en Nueva Orleans en 1901. Allí comenzó a tocar en varios grupos, como el de Kid Ory, hasta que, emigrado a Chicago como tantos músicos tras el cierre de Storyville, King Oliver lo contrató como segundo corneta de su famosa Creole Jazz Band. La fama que adquirió en Chicago lo llevó a tocar en las más importantes orquestas y a colaborar con las principales intérpretes de blues de la época. Junto a su esposa, la pianista Lil Hardin, creó las formaciones Hot Five y Hot Seven, y el trabajo que realizó con ellas acabaría siendo de una enorme influencia para todo el jazz posterior. Se trata, sin lugar a dudas, de una de las figuras más carismáticas e innovadoras de la historia del jazz y, probablemente, su músico más popular.

También los años 20 están considerados como la gran época del blues clásico urbano, donde destacan claramente figuras como Ma Riney, Mamie Smith, Big Bill Broonzy, Ida Cox y, sobre todo, Bessie Smith, la emperatriz del blues. Con una afinación impecable y un extraordinario sentido del ritmo, Bessie Smith se convirtió no solo en la primera gran estrella negra, lo que le permitió una vida de lujo y excesos en unos años en que los negros carecían de muchos derechos civiles y sociales, sino también en la más influyente para las cantantes que la siguieron. Con Louis Armstrong grabó el "St. Louis Blues", considerado la esencia del blues clásico.

Alrededor de los grandes instrumentistas de jazz y de las famosas cantantes de blues, en los años 20 se generó en el barrio negro de Chicago, en el Southside, una vida jazzística tan intensa como una década antes la había tenido Nueva Orleans, y en la que se reflejaban tanto la vida agitada de la gran ciudad como las tensiones raciales. De forma paralela, y estimulados por toda este ambiente musical centrado en el barrio negro, un grupo de estudiantes, aficionados y músicos blancos se entusiasmaron tanto con lo que tocaban los grandes representantes del jazz de Nueva Orleans que deseaban imitarlos. La imitación no resultó, pero al creer que los estaban copiando, surgió algo nuevo: el estilo de Chicago.

Frente al entretejido múltiple del estilo de New Orleans y su desincronización propia de la rítmica africana, el estilo de Chicago desarrolló unas estructuras donde las melodías se encontraban colocadas paralelamente así como un concepto mucho más amplio de la improvisación, que ahora pasa a ser individual y consecutiva (y no colectiva y superpuesta), pasando uno por uno por los instrumentos de viento, piano o incluso cuerdas, mientras el resto, de fondo, va aportando una base rítmica. Todo esto propició que fuera tomando cada vez más importancia la parte solista. Este estilo desarrollado en Chicago era mucho más dinámico y con una gran economía de recursos, sobre todo en cantidad de instrumentos, y ajustó el sonido a la afinación por influencia de estos músicos blancos, por lo general con formación musical. Es también ahora cuando cobra importancia un instrumento que no se veía en las bandas de New Orleans y que se convertirá con el tiempo casi en el alma del jazz: el saxofón. Este estilo de Chicago vino a suponer en definitiva un gran salto para la historia del jazz.

Los principales representantes de este estilo de Chicago fueron, entre otros, los clarinetistas Frank Teschemacher y Sidney Bechet, los saxofonistas Wood Freeman, en el tenor, y Frankie Trumbawer, en el saxo alto, y el pianista Earl Hines. Pero fue posiblemente el trompetista Bix Beiderbecke su más importante representante, quien, junto a Louis Armstrong, será considerado como uno de los grandes referentes del jazz de esta década.

Ya en 1927, en un local de Chicago, se comienza a usar con cierto éxito un aparato de reproducción de discos. En poco tiempo la moda se generaliza y los locales comenzarán a prescindir de la música en directo, lanzando de nuevo al paro a los músicos de jazz que, generalmente, se ganaban la vida tocando en estos bares. Así, y al igual que ocurriera unos cuantos años antes, los músicos se verán obligados a realizar un nuevo éxodo, pero ahora se moverán mayoritariamente a Nueva York, ciudad en la que ya se vivía y respiraba el jazz, principalmente en el barrio negro de Harlem, y gracias a figuras tan importantes como James P. Johnson, Willie "The Lion" Smith o Fats Waller, y, por supuesto, también gracias a las salas de baile, los teatros y los clubes que la mafia regentaba y usaba como tapadera, como el famoso Cottom Club, en el que se iniciaron infinidad de músicos que unos años más tarde darían mucho de qué hablar.

No sólo la popularización del gramófono, las representaciones de musicales en teatros y vodevils o el auge que empiezan a tener las salas de baile colaboran en esa fiebre del jazz que empezó a correr por todo Estados Unidos a finales de esta década. Otro gran invento vino a revolucionarlo todo: el paso del cine mudo al cine sonoro, un gran paso que se inauguraba a finales del año 1927 precisamente con la película "The jazz singer", interpretada por el cantante Al Jolson y que estaba basada en el musical del mismo nombre estrenado un par de años antes en Broadway. Desde entonces, las comedias musicales se multiplicaron y el jazz también inundó las pantallas.

























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