miércoles, 31 de agosto de 2011

EL VAPORCITO


La primera vez que crucé la bahía a bordo del vaporcito aún era niño. Desde entonces, ya me fascinaron su crujir de maderas, sus colores puros, su ronco ronroneo. Una vez sentado en sus bancadas, se me vinieron a la mente aquellos fantásticos vapores que cruzaban el Mississippi de las novelas de Twain, aquel río lleno de peligros y perdedores, pero también de amistad y confidencias.

El recuerdo del aire salobre y limpio de aquel día, las emociones al descubrir un mar -ahora sí- inmenso y azul, me acompañaron en un sinfín más de travesías, todas hermosas, todas únicas, en las que, inevitablemente, la bahía siempre me llevaba desde El Puerto a una Cádiz de sueño y gaviotas.

Ayer leí la noticia de que el vaporcito desaparecía, sin remedio, bajo las aguas, al pie del muelle Reina Victoria. Y el corazón se me revolvía, se me enredaba ya para siempre en tus sueños marineros.

Vaya en tu memoria esta letra de Paco Alba:

¡Ay vaporcito del Puerto
tú eres la alegría, tú eres la alegría
de ese muelle tan hermoso
con ese rumbo garboso
con que cruzas la Bahía!


2 comentarios:

  1. Querido Juan Luis,

    ¡Qué texto más hermoso!

    Gracias por esta entrada y ¡Viva Cai!

    L.

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  2. Sin duda alguna, ha sido ésta una mala noticia, no sólo para las gentes de la Bahía, sino para todos aquellos que aprendimos a amarla asomados por la borda de este entrañable barco.

    Gracias por tu comentario, amigo.

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