Este año que se nos acaba ha sido, sin duda, un año intenso. Un año lleno de hogares rotos por la tragedia especulativa, por la sinrazón insaciable de quien más tiene, de quien lo tiene todo. Pero también ha sido un año lleno de gargantas y manos gritando, recuperando las calles y plazas del mundo, esas que nunca debieron dejar, para hacerlas fluir de imaginación y esperanza.
En la certeza de que esa marea revitalizante inundará cada rincón de nuestros pueblos y ciudades, deseo que el año 2012 nos deje a todos un mundo más justo, más libre, pleno de salud y dignidad.
Reciban todos un fuerte abrazo.
Y ¡Feliz Navidad!...
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