lunes, 21 de agosto de 2017

DE BARCELONA, BOLARDOS Y NEGOCIOS.









Demasiado tiempo perdido en criticar que los catalanes hablen en catalán, en querer demostrar que la culpa del desorden es de los mossos (que son catalanes y quieren ir a su bola) o de Colau por no gustarle los zoidobolardos.

Demasiado tiempo perdido echándose los muertos unos a otros, alimentando incertidumbres, pero también sonrojo, con su carrera de desmentidos y contranoticias.

Demasiado tiempo perdido mareando la perdiz que alimenta el miedo y el odio para nunca coger el toro por los cuernos, para nunca hablar de los porqués, para querer hacernos quedar a la postre mirando el dedo mientras la luna del terror y sus negocios de sangre sigue engordando.

Ahora crucificarán a las gentes de la CUP (que, de camino, son catalanes de esos de los malos y se pelan mu raros) por llevar a los diarios el vergonzante secreto a voces de la indecencia borbona, por sacarlo del ámbito semicontrolado de las redes sociales, y lo harán también con quien se oponga al literal del tramposo pseudopacto que ellos quieren vendernos como ejemplar, porque ellos lo valen y, sobre todo, porque quien paga, manda.

Y, entonces, un nuevo anuncio de debacles y demonios, de contubernios comunistas contra la una, contra la grande y contra la ¿libre?, nos devolverá a la casilla de salida de perder demasiado tiempo en no explicar por qué ocurren las cosas, a la casilla de poner a funcionar a la prensa para tenernos, otra vez, dos o tres turnos sin tirar, dos o tres turnos (o los que hagan falta) sin pensar.








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