jueves, 27 de marzo de 2014

EN EL DIA MUNDIAL DEL TEATRO

 
 
 
 
 
Mi primer contacto directo con un escenario fue allá por el año 1982. Era estudiante de bachillerato y tuve la inmensa suerte de encontrarme en un centro donde se vivía un intenso ambiente cultural. Allí, de la mano de dos queridos y enormes profesores, Carmen y Alberto, tuve la oportunidad de adentrarme en un espacio de magia donde la libertad y la creación eran la verdadera razón de ser, esa palanca con la que mover el mundo hasta ponerlo del revés.
 
Como dice el tópico, una vez que se respira el aire de un escenario, el veneno se te mete dentro y ya no hay quien te lo saque. ¡Bendito veneno! digo yo. Y hoy, más de 30 años después, aquí estoy, envenenao perdío y eternamente agradecido a esos dos amigos que me pusieron en el camino de este maravilloso oficio con el que me gano el pan y del que disfruto como si fuera siempre el primer día.
 
Como profesional, el Teatro me ha dado mucho, alegrías pero también zozobras, compañerismo y una vida llena de hermosos momentos y recuerdos, sentirme partícipe directo de la magia.
 
Porque el Teatro es, sobre todo, magia. No hay nada comparable a la sensación de sentarte en la platea y dejarte engullir por esa marea infinita que arrastra el telón cuando se levanta. Sentir vivas las palabras, vivirlas y empaparte de vida nueva. El Teatro me enseñó el goce, el llanto, la risa, la ilusión, la disidencia, la crítica, el dolor, la pasión, la imaginación, lo humano.
 
Vayan al teatro. Vívanlo. Y compártanlo con los suyos, enseñen a sus hijos a amarlo, muéstrenles el dulce camino de la magia porque, estoy seguro de ello, será un buen punto de partida para hacerlos crecer como Personas.
 
 
                                                                                 
                                                                                 
 
 
 
 


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