domingo, 30 de enero de 2011

LOS AMOS DEL MUNDO



A Luis, el Marqués, le gustaba llevar siempre las gafas de sol puestas: "las antiparras son pa' despistar al enemigo", respondía, como una versión sureña del fai un sol de carallo. También estaban Faé, Agustín y el Julio. Flamenquito, mucho flamenquito. "Antonio, ponte otra jarrita, cojones", y Antonio la ponía sin prisas, así, gustándose, como un maestro -el mosto es arte- mientras Agustín le improvisaba letras surrealistas por tangos para celebrarlo.

La noche era un viaje infinito y hermoso, una bacanal de almas desnudas, sin preguntas, sin reproches, sólo con las manos abiertas de quien sólo tiene su alma que ofrecer. Algunas veces, Agustín se alejaba en el tiempo y lloraba como un niño chico, sacaba una foto de su madre, de cuando su madre era la mitad de joven de lo que él era, y lloraba: "la mujer más bonita del mundo, y la más buena". Entonces sabían que era ya hora de irse, y acompañaban a Agustín a su casa para que no se extraviara en el frío de la noche.

Eran los amos del  mundo. Lo encogían y lo alargaban a su antojo, lo paraban, lo dormían, y de pronto como un clic y todo era un juego:

      - "¡No me encuentras!"
      - "¡Faé, joíoporculo, no te muevas más!"

Eran los amos del mundo, los amos de un mundo que hacía tiempo los había olvidado, que les había arrebatado todo hasta la extenuación, y ahí estaban, gigantes a pesar de todo, enormes como sus noches de flamenquito. Eran los amos del mundo y no lo sabían. Ni puñetera falta que les hacía.

4 comentarios:

  1. Juanlu, cada vez que lo leo me parece más bueno y más fresco.

    Quillo tú si que tienes un blog bonito.

    Er feli.

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  2. Gracias amigo Félix. Y gracias por abrirnos a todos tu Casa del Acantilado.

    http://lacasadelacantiladoalaizquierda.blogspot.com/

    Enhorabuena también a tí por tu blog.

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  3. Paulino Kantdemorrr26 de marzo de 2011, 23:33

    Queridos Nano y Félix.
    También a mí me parece, a cada rato, más bueno y más fresco. Tan fresco, que acabo de resfriarme en la última lectura. Jesús!
    Felicidades Nano por tan épico-entrañable relato que me trae el retrogusto áspero del mosto al cielo de la boca. Y el brillo de la mirada de Agustín por el rabillo del ojo

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  4. Gracias Paulino,

    imposible olvidar aquellos increíbles momentos del que también tú fuiste compañero de viaje.

    Un abrazo.

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