sábado, 2 de agosto de 2014

EPÍLOGO A UNA EMOTIVA VELADA






La percepción que tenemos del paso del tiempo es, cuando menos, extraña, y suele ocurrir que la distancia se nos aparece a veces más próxima y real que aquello que hicimos apenas unos días antes.

A principios de Agosto del año 1984, con apenas la veintena recién cumplida, cargados de ganas de dejarse llevar por la aventura y con poco más que un colchón de gomaespuma que ocupaba todo el maletero del coche, tres amigos se hicieron a la carretera para cruzar la Península de Sur a Norte y vuelta al Sur en un viaje que, con las tierras gallegas como excusa, acabó resultando una hilarante e intensa experiencia.

Ayer, con los 50 ya cumplidos, Paulino, Lauro y yo nos volvimos a reunir para celebrarlo, que treinta años no son poco y bien lo merecían.

Nos hablamos de aquel iniciático viaje que significó tanto y que nos abrió la puerta a un sinfín de viajes más porque ya entonces entendimos que esa de descubrir lugares y personas era la mejor forma para conocernos. Juntos, repasamos la memoria, la individual y la colectiva, aquella irreverente locura que trazamos treinta años atrás. Vimos fotos de aquellos días, leímos el diario que hicimos y hasta lloramos de la risa al recordar ciertos momentos.

Entrañable velada (en la que también nos acompañó Olga) que dibujó lo que fuimos y lo que somos, y que, treinta años después, como si fuera ayer mismo, nos devolvió a esos caminos que tantas veces recorrimos.

Gracias, en fin, amigos, por tantas cosas, por tanto tiempo, por tanta vida.





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